Cuando se vive con fibromialgia, el dolor persistente puede convertirse en un obstáculo no solo físico, sino también emocional. Muchas personas temen moverse por miedo a empeorar sus síntomas. Sin embargo, lejos de ser perjudicial, el ejercicio adecuado puede ser una herramienta poderosa para disminuir el dolor, aumentar la energía y mejorar el estado de ánimo.

La clave está en elegir actividades de bajo impacto, suaves pero constantes, que respeten los límites del cuerpo y favorezcan el bienestar sin sobrecargar el sistema nervioso.

¿Por qué el ejercicio ayuda en la fibromialgia?

El movimiento moderado estimula la producción de endorfinas, sustancias naturales que alivian el dolor y mejoran el ánimo. Además, el ejercicio mejora la circulación, fortalece los músculos, promueve un mejor descanso y reduce la rigidez matutina. También puede disminuir la ansiedad y la niebla mental, dos síntomas frecuentes en personas con fibromialgia.

Lo más importante es entender que no se trata de rendimiento, sino de constancia. Incluso movimientos suaves pueden tener un gran impacto positivo si se realizan de manera regular.

Recomendaciones previas antes de comenzar

  • Consulta con un profesional de la salud antes de iniciar una rutina.
  • Comienza poco a poco, con sesiones cortas y progresivas.
  • Escucha tu cuerpo: si un ejercicio causa dolor agudo o malestar excesivo, detente.
  • Evita compararte con otras personas: cada cuerpo tiene su ritmo.

Ejercicios recomendados para personas con fibromialgia

  1. Caminatas suaves

Caminar a paso moderado durante 20 a 30 minutos al día es una de las formas más accesibles y efectivas de mantenerse activo. Se puede iniciar con 10 minutos diarios e ir aumentando poco a poco.

  1. Estiramientos suaves

Los estiramientos ayudan a reducir la rigidez, mejorar la movilidad y relajar los músculos. Pueden realizarse al despertar, después de estar mucho tiempo sentado o antes de dormir.

Algunos ejercicios básicos incluyen:

  • Estiramiento de cuello y hombros
  • Flexiones suaves de columna
  • Movilidad articular de muñecas, tobillos y cadera
  1. Ejercicios acuáticos

Actividades como la natación o el aquagym en piscinas con agua tibia son altamente recomendadas. El agua reduce el impacto en las articulaciones y permite movimientos más amplios con menor esfuerzo.

  1. Yoga terapéutico

El yoga, en sus versiones más suaves y adaptadas, puede ayudar a mejorar la flexibilidad, la respiración y el equilibrio emocional. Algunas posturas sencillas, combinadas con técnicas de respiración consciente, favorecen la relajación y el control del dolor.

Es fundamental trabajar con instructores capacitados en condiciones crónicas.

  1. Tai chi o chi kung

Estas disciplinas orientales combinan movimiento lento, equilibrio y respiración profunda. Han demostrado ser efectivas para reducir el dolor, mejorar la concentración y fortalecer el cuerpo sin sobrecargarlo.

  1. Bicicleta estática

Una opción ideal para quienes desean mejorar la resistencia cardiovascular sin poner en riesgo sus articulaciones. Es importante ajustar la altura del asiento y pedalear a ritmo suave durante periodos cortos, aumentando gradualmente.

  1. Ejercicios con bandas elásticas

Las bandas de resistencia permiten fortalecer grupos musculares sin necesidad de pesas. Pueden ser utilizadas para trabajar piernas, brazos y espalda, siempre con movimientos lentos y controlados.

Errores comunes que debes evitar

  • Intentar hacer demasiado en poco tiempo
  • No descansar lo suficiente entre sesiones
  • Realizar ejercicios de alto impacto sin preparación
  • Descuidar la respiración y la postura durante la actividad

La importancia de acompañarse en el proceso

El ejercicio físico en la fibromialgia no debe vivirse como una obligación, sino como una herramienta de cuidado personal. Es válido tener días de menos energía o modificar la rutina según cómo se sienta el cuerpo. Lo más importante es mantenerse activo dentro de las posibilidades, sin forzar, pero sin rendirse.

 

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